13.3.09
La fuerza de la divinidad
Cíclopes escarlata
La música de los difuntos y las serpientes de las odaliscas, naciendo en los vientres de las condenadas
Muerte de las ranas y los antílopes del medio evo...
Las afroditas y los pasajeros del elefante plateado que vuela entre los mares de lava y azufre, destinando el incierto paisaje a una derrota espiritual
Difícil de entender es la voz del bebé, quien no confía en el señor amor
Las deidades de ojos verdes que esperan el año nuevo y la venida del diablo del meridiano
Pensando que ya lo habían oido pero lo mejor esta bajo sus pies, en la tierra
Esperan amar lentamente, lento mientras devoran
Quieren las reflecciones de porque existe la vergüenza; la flauta que hipnotiza
Dormir entre cadáveres, hasta que uno de ellos se queje
Dormir es dormir, no tiene explicación, querido
Es el sueño de todo centurión
Queman todo con el poder de las tenazas, lo dejan bajo
Se quejan de los sordos y dejan jugar al ciego juegos de ciego
Mientras devoran lentamente lo que ha quedado de los gladiadores
Quieren las manos, quieren los ojos
Ya no pueden comer más pero la avaricia es su calamidad
Impetuosas como el mar, se deslizan viperinas hasta que llegan al coliseo y allí degarran lo que ha quedado de los leones tremebundos y ancestrales
Pero no hay que creerles
No les crean
Pero no hay que creerles
Pues no hay que mirar fijo al espantajo
Pensaban que eran las únicas, pero lo que se ve es que la música las enloqueció
Pensaron que eran invencibles
Entonces la oscuridad devoró sus corazones de amatista
¡Afrodita! Quema todo lo que devaste este desolado suelo de soñadores
No quiero entregar mis ojos pues quiero ver la venida de la Atlántida
Ya no les creo, ¡ayúdenme!
El cíclope puede correrme pero no llegará a este punto invisible
Mientras que los gatos lamen mi sangre, sudo diamantes que lloran arcoiris de piedras...
Y no importa lo que digan, yo sabía que era así
Aunque nunca las encontré dentro suyo
Nunca digan que no lo dije, ahora les entrego mi tiempo
Mi tiempo de descando y nada más
Pues todo era un sueño sacrílego del que aún no he podido despertar...